martes, 4 de octubre de 2011

Japón invierte 26 millones de dólares en matanza de ballenas

La decisión correspondería a los intereses pesqueros, y a no querer ver mermado el poder de éstos. Por Karen Hermosilla.

La decisión del gobierno japonés de inyectar recursos a la matanza de ballenas, se realiza en medio de una profunda crisis financiera que se ha agudizado a raíz de la devastación del noreste del país tras el terremoto, tsunami y posterior derretimiento de la central nuclear de la empresa TEPCO en Fukushima. Al parecer, les interesa más esta innoble práctica, que asegurar una reconstrucción efectiva.

Además, el anuncio se produce luego que en Julio pasado las conclusiones de un comité de revisión de la Agencia de Pesca de Japón (APJ) contemplara  la posibilidad de disminuir o cerrar estas criticadas operaciones balleneras. No obstante, la controversial matanza de ballenas se seguirá realizando en el Santuario de Ballenas del Océano Austral, durante el último trimestre de este año, y con mayor cantidad de recursos destinados para ella.

Para el corresponsal australiano Mark Willacy, de ABC News “la decisión se fundamenta básicamente en un orgullo nacionalista que no quiere ceder ante las obstrucciones en alta mar y que busca mantener activa la industria ballenera”. De acuerdo al medio informativo australiano, el costo de las operaciones balleneras sería de alrededor de 38 millones de dólares anuales, pero este año se habrían invertido 26 millones adicionales orientados a aumentar la seguridad de la flota ballenera.

Lo extraño de esta medida, es que no tiene un correlato en la sociedad nipona, que repudia la práctica, y que está cada vez más consciente de las implicancias para el medio ambiente que tienen sus acciones luego de verse enfrentados a la crisis nuclear sufrida en Fukushima, que los ha sensibilizado respeto a estos temas. Ya no justifican la “investigación” en los cetáceos, pues existen fuentes suficientes, y el consumo de su carne ha disminuido de forma considerable, quedando una enorme cantidad de toneladas congeladas, que no son ni serán consumidas por el pueblo japones.

La decisión correspondería a los intereses pesqueros, y a no querer ver mermado el poder de éstos. La señal del gobierno entonces, es mantener la caza de ballenas, para no dar cabida a los grupos conservacionistas y al movimiento ecológico, ni mostrar debilidad frente a ellos.